תִּפְאֶרֶת

Para la deificación no había

rostro: el agua

sólo

sostenida.

Y la sierpe

confundida con la línea

de honda: geometría

falaz

y de ningún fundador.

El cobre rutilante

y encallado

toma

ahora aspecto de corzo herido.

El nombre y la palabra

caben apenas

bajo el fulgor:

un hombre

posee

la tierra y la semilla.

- Guillermo Aspesa