כֶּתֶר
existirá una máquina purísima
copia perfecta de sí misma
y tendrá mil ojos verdes
y mil labios escarlata
no servirá para nada
pero tendrá tu nombre
oh eternidad
חָכְמָה
Todo es mío, nada en propiedad,
no es propiedad de la memoria,
y mío solo mientras miro.
Apenas mencionadas, ya inseguras,
las diosas de sus palabras.
De la ciudad Samokow solo la lluvia
y nada más que lluvia.
París desde el Louvre hasta la uña
se cubre de cataras.
Del bulevar Saint-Martin quedan las escaleras
que conducen a la aniquilación.
Nada más que puente y medio
en la Leningrado de los puentes.
Pobre Uppsala
con un trocito de su grandiosa catedral.
El infeliz bailarín de Sofía,
cuerpo sin rostro.
Por separado su rostro sin ojos,
por separado sus ojos sin pupilas,
aparte las pupilas de gato.
El águila caucasiano planea
sobre la reconstrucción del cañón,
el oro traicionero del sol
y las falsas piedras.
Todo es mío, nada en propiedad,
en propiedad de la memoria,
y mío mientras estoy mirando.
Incalculable, inabarcable,
individual hasta el último hilo,
grano de arena, gota del agua
—el paisaje.
No guardaré ni una pizca en su plena visibilidad.
La bienvenida y la despedida
en una sola mirada.
Para el exceso y la falta
un movimiento del cuello.
Traducción de Elzbieta Bortklewicz
בִּינָה
Tu irradiación es otra porque sabes
de muerte; en tu blancura caben
todas las formas pálidas
de la luz, todas las
sombras; en tu distancia suena
la urraca que amanece y el azul
que vendrá; tenue el ladrillo
tiene, que te va recortando, más
de seiscientos años,
que te va
recordando si recordar pudiera
materia que envejece y
permanece.
Sois el ladrillo
y tú quietos para nosotros
presencias desplazadas que
pasamos; porque de muerte
sabes desvanecida en cielo
con el día, uña casi
invisible o parece que sabes.
חֶסֶד
Mejor no diga nada.
Sería inútil. Ya ha pasado.
Fue una chispa, un instante. Aconteció.
Yo acontecí en ese instante.
Puede que usted también lo hiciera.
Suele ocurrir con los poemas:
terminan condensándose las formas
en nuestros ojos como el vaho
sobre un cristal helado;
las formas, con su herida.
Pues quien construye el texto
elige el tono, el escenario,
dispone perspectivas, inventa personajes,
propone sus encuentros, les dicta los impulsos,
pero la herida no, la herida nos precede,
no inventamos la herida, venimos
a ella y la reconocemos
תִּפְאֶרֶת
Para la deificación no había
rostro: el agua
sólo
sostenida.
Y la sierpe
confundida con la línea
de honda: geometría
falaz
y de ningún fundador.
El cobre rutilante
y encallado
toma
ahora aspecto de corzo herido.
El nombre y la palabra
caben apenas
bajo el fulgor:
un hombre
posee
la tierra y la semilla.
גְּבוּרָה
Cada vez que regreso
a mi país
después de un viaje largo
lo primero que hago
es preguntar por los que se murieron:
todo hombre es un héroe
por el sencillo hecho de morir
y los héroes son nuestros maestros.
Y en segundo lugar,
por los heridos.
Solo después,
no antes de cumplir
este pequeño rito funerario
me considero con derecho a la vida;
cierro los ojos para ver mejor
y canto con rencor
una canción de comienzos de siglo.
נֵצַח
Hace un buen tiempo
un cielo intensamente azul se cae a pedazos.
Adiós campos de Chachapoyas.
Tengo todo lo que quiero y tengo más.
Tengo un resfriado de hace diez días
y un padre con cáncer.
Tengo un camino que sigo y otro que hago
y ambos me sobran.
Un arbol sin hojas
contra cielo blanco
es a
un árbol con hojas
contra cielo azul
como
siempre.
הוֹד
Si no creamos un objeto metálico
de dura luz,
de puras aceradas,
de crueles aristas,
donde el que va a vendernos, a entregarnos, de pronto
reconozca o presencie metódica su muerte,
cuándo podremos poseer la tierra.
Si no depositamos a mitad del vacío
un objeto incruento
capaz de percutir en la noche terrible
como un pecho sin término,
si en el centro no está invulnerable el odio,
tentacular, enorme, no visible,
cuándo podremos poseer la tierra.
Y si no está el amor petrificado
y el residuo del fuego no pudiera
hacerlo arder, correr desde sí mismo, como semen o lava,
para arrasar el mundo, para entrar como un río
de vengativa luz por las puertas vedadas,
cuándo podremos poseer la tierra.
Si no creamos un objeto duro,
resistente a la vista, odioso al tacto,
incómodo al oficio del injusto,
interpuesto entre el llanto y la palabra,
entre el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima,
entre el hombre y su rostro,
entre el nombre del dios y su vacío,
entre el filo y la espada,
entre la muerte y su naciente sombra,
cuándo podremos poseer la tierra,
cuándo podremos poseer la tierra,
cuándo podremos poseer la tierra.
יְסוֹד
Marguerite Duras
me eligió
me tiró por la escalera del tiempo
acabó con mi vida solitaria
ya no puede bastarme mirar
la apariencia de cada día
quiero que me den fuerte en la cabeza
realmente el caos se ha hecho conmigo
estoy rodeada de imaginaciones
hay sombras extrañas por todas partes
proliferan las trampas
ya no soy la dueña de esta habitación
he sido esencialmente saqueada
Duras en su locura alcohólica
tiene poderes mágicos
si hay algo por destruir
por favor no dejen rastro
debería tener una mano
para dar a conocer
lo que hasta ahora aún no se ha mostrado
simple y firme
Traducción de Miguel Casado
מַלְכוּת
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.